Antes de pedir “ese rubio de Pinterest”, quiero que respires hondo y prestes atención. La decoloración puede ser hermosa, sí, pero es agresiva y exigente. Tu pelo cambia, vos cambiás… y también cambian tus responsabilidades.
Cuando hablo de decoloración o aclarados sin decoloración, hablo de química… no de magia
Siempre lo explico así: la decoloración es un proceso altamente alcalino. Mi tarea es trabajar con una mezcla cuyo pH supera lo que tu cabello puede tolerar de una forma saludable (que suele ser alrededor de un pH 10). Al someter a la fibra a una alcalinidad tan alta (superior a pH 11), la estructura interna se hincha más de lo que debería y esa apertura provoca daño.
Y acá viene mi parte preferida: “yo no soy Harry Potter, ni tampoco mis colegas de la peluquería”. No puedo hacer aparecer un rubio manteca con un hechizo, por más que algunas clientas crean que tengo una varita mágica imaginaria.
El daño es inevitable: cuando tu pelo pierde su escudo natural
Durante la decoloración, el cabello pierde parte de su capa protectora más valiosa: el 18-MEA.
Te lo explico simple: el 18-MEA es ácido graso, algo así como un impermeable para el cabello. Cuando se pierde, la fibra queda hidrofílica (absorbe humedad como una esponja), se vuelve porosa, con mucho frizz y ya no refleja la luz igual.
Por eso a veces escucho: “Mena, lo siento pajoso”, “Mena, lo veo opaco”. No es drama, es la consecuencia estructural de lo que hicimos. Es ciencia pura.

La verdad que nadie quiere escuchar: la decoloración también daña tu queratina
Acá necesito que prestes atención porque esto es clave.
Cuando decoloramos, no solo tocamos la superficie del cabello: interferimos directamente con su proteína más importante, la queratina. La fibra, en su interior, está compuesta de cadenas de aminoácidos que le dan fuerza, elasticidad y resistencia. Pero cuando sometemos el pelo a un proceso de oxidación tan intenso, esas cadenas empiezan a debilitarse.
Te lo explico como en el salón: al decolorar, combustionamos parte de esa queratina. Las uniones internas se alteran, los aminoácidos pierden estabilidad y el pelo se vuelve más frágil, menos elástico y más propenso a quebrarse/romperse.
Por eso siempre insisto:

Hay límites, y si no lo respetamos es la receta segura para la rotura de la fibra capilar.
El error más común es creer que “el pelo aguanta todo”. No, no lo hace.
Cuando abusamos del polvo decolorante sin pausa, sin estrategia y sin respetar los tiempos reales de la fibra, lo único que logramos es romper estructuras internas que después ningún tratamiento puede “revivir” o “salvar”.
Y ahí llegan las frases de todos los días:
“Mena, el pelo se me corta solo.”
Sí, claro que se corta. Porque si la queratina está debilitada, si la cutícula está dañada, si el córtex quedó expuesto y vulnerable… El quiebre es cuestión de tiempo.
Y si encima usás herramientas de calor todos los días —plancha, buclera, brushing—, con o sin protector térmico (porque el exceso de calor es dañino igual), entonces la fibra termina de romperse. No porque el color esté mal hecho, sino porque el cabello quedó muy frágil en su estructura interna.
La decoloración puede ser hermosa, pero necesita respeto.
Si no cuidas los límites estructurales, el pelo te lo hará saber.

Tu pigmento natural tiene más poder del que imaginás
Muchas personas creen que decolorar es como borrar un color con goma y dibujar otro encima. Ojalá fuera tan fácil.
Pero lo que realmente hago es trabajar con tu pigmento natural, una mezcla única de eumelanina (marrones) y feomelanina (rojizos/anaranjados); pero también trabajo sobre tinturas y otros procesos químicos anteriores que tengas en tu pelo.
Y acá viene la parte donde necesito que seas honesta con vos misma:
La modelo de la foto que traés suele ser rubia natural, quizá alemana, piel fría, ojos verdes y cabello finito.
Vos probablemente tenés una base más pigmentada, preciosa, profunda, latina… pero totalmente distinta.
Entonces, cuando aclaro tu base, el naranja aparece. No porque fallé, sino porque tú pigmento subyacente grita más fuerte que cualquier filtro de Instagram.

Hablemos de filtros: ese “rubio perfecto” no existe fuera del celular
Las fotos de Pinterest están editadas, iluminadas, peinadas y retocadas.
La tonalidad cambia con el contraste, la temperatura de color, los filtros “nórdicos”, la luz blanca, la luz cálida… todo interfiere.
Cuando estas en casa, te mirás bajo la luz amarilla del baño, con el pelo lacio recién secado, ¡y obvio que no va a verse igual!

No puedo darte un resultado que va contra tu biología
Tengo que ser clara, aunque a veces duela:
No existe un rubio perfecto si tu punto de partida y tu estructura no acompañan.
No es lo mismo aclarar un pelo virgen y fino, que un cabello grueso, con alta carga de pigmento natural oscuro, historial químico y textura resistente.
Y tampoco es lo mismo un look ondulado que estiliza el color, que una melena lacia donde cada transición se ve más evidente.
Yo hago lo mejor desde la técnica, la ética y la ciencia. Pero no hago magia. Repetimos todas juntas: “no soy Harry Potter”.
Y cuando logramos el tono… empieza tu parte del trabajo
La frase que más escucho después de una decoloración o aclarado sin decoloración es:
“Mena, lo siento seco.”
Claro que sí. Si hinchamos (abrimos) la cutícula, alteramos la queratina y quitamos parte de la barrera natural, es lógico que el cabello cambie su textura.
Y acá te lo digo sin vueltas:
Cuidar tu pelo en casa es tu responsabilidad.
Si querés mantener el color luminoso y la fibra funcional y saludable, necesitás seguir una rutina que yo diseñe especialmente para tu tipo de cabello y su estado real la momento de la consulta. Esta rutina debe ser adaptada cada 3 o 4 meses para revisar las necesidades que tenga el pelo a medida que si estado va cambiando.
Porque si no, después pasa lo de siempre:
- “Me quedó naranja.”
- “El color se lavó rápido.”
- “Lo siento pajoso.”
- “El tratamiento no me hizo nada.”
- “Las puntas se me abrieron.”
No es mala suerte. Es falta de cuidados reales.
Todo influye en todo (y por eso necesito que lo entiendas antes de empezar)
- Influye tu pigmento.
- Influye tu base natural.
- Influye tu textura.
- Influye tu densidad.
- Influye si usás planchita.
- Influye si usás productos adecuados.
- Influye si sos constante.
La decoloración es bellísima, pero exige compromiso y entendimiento. De mi parte, técnica e integridad. De tu parte, realismo y constancia.
Si entendés esto antes de empezar, vas a disfrutar mucho más tu proceso, tu color y tu pelito.
¿Querés una rutina de cuidado post-decoloración hecha especialmente para tu tipo de pelo? Podés reservar una asesoría capilar personalizada conmigo para cuidar tu cabello como corresponde.






